Albert, en la imagen superior, tenía solo 11 años cuando fue reclutado por la milicia que lucha contra el gobierno de la República Democrática del Congo. Le obligaron a combatir y, para ello, a beber pociones supuestamente mágicas, como parte de un ritual que, les decían, iba a hacer invencible al grupo. Los hombres, mujeres, niños y niñas reclutados por la milicia son convencidos de que sus rituales mágicos les impiden morir en combate.
Después de darse cuenta de que la milicia solo estaba utilizando a los niños como él, consiguió escapar. Ahora intenta reconstruir su vida en un centro de acogida. Solo quiere volver a la escuela e incluso regresar a casa. Pero está preocupado como muchos de los niños en su situación, por el estigma que pueden enfrentar fuera del centro, ya que enfrentan represalias de la milicia y sospechas de algunos miembros de la comunidad.
Niños y niñas como Albert son utilizados como combatientes, cocineros y cocineras, espías o esclavos y esclavas sexuales. Han sido testigo de asesinatos e incluso han sido obligados a matar. Su infancia les ha sido robada.
Estas atrocidades no están en los medios, pero están pasando. Por eso te lo contamos a ti, porque tú formas Amnistía Internacional y solo gracias a tu apoyo podemos investigar y sacar a luz horribles crímenes y violaciones de derechos humanos como estos.
En Amnistía Internacional no nos vamos a callar. Nada ni nadie nos va a detener hasta conseguir una infancia sin violencia y poner fin al horror en el que viven los niños y niñas congoleños. No pararemos hasta que los culpables de estas violaciones de derechos humanos respondan ante la justicia.
Porque solo hay algo casi peor que ver morir a un niño o una niña, y es verlos matar.
Amnistía Internacional vía email
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